Jaculatorias

Las jaculatorias son oraciones vocales breves que ayudan a mantener la presencia de Dios a lo largo del día en nuestras vidas. Son palabras de amor, expresión de cariño vivo que salen naturales. Aparte de las que salgan espontáneamente, sería bueno aprenderse algunas de memoria.

Las que comúnmente se utilizan después del Gloria al Padre de cada década del Rosario son:

  • “Jesús mío perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu Divina Misericordia”.
  • “María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, defiéndenos del enemigo y recíbenos en la muerte, Amen”.
  • “María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, en la vida y en la muerte Ampáranos Gran Señora, no te olvides de nosotros en aquella ultima hora, Virgen Gloriosa y Bendita”.

 Otras jaculatorias que podrían utilizarse a lo largo de nuestro día de actividades:

  • Crea en mí, ¡oh Dios!, un corazón puro. 
  • Un corazón contrito y humillado, ¡oh Dios!, Tú no lo desprecias. 
  • Para Dios toda la gloria. 
  • Para los que aman a Dios, todo es para bien. 
  • Porque tú eres, oh Dios, mi fortaleza. 
  • Conviene que Él crezca y yo disminuya. 
  • Aquí me tienes, porque me has llamado. 
  • Santa María, esperanza nuestra, asiento de la sabiduría, ruega por nosotros. 
  • Santa María, esperanza nuestra, esclava del Señor, ruega por nosotros. 
  • Santa María, estrella de Oriente, ayuda a tus hijos. 
  • Todo lo puedo en aquel que me conforta. 
  • Creo, Señor, pero ayuda mi incredulidad. 
  • Te doy gracias por todos tus beneficios, también por los ignorados. 
  • En ti, ¡oh Dios!, confío; no sea yo nunca confundido. 
  • Auméntanos la fe. 
  • ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí, que soy pecador! 
  • Jesús, Jesús, sé para mí siempre Jesús. 
  • Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo. 
  • ¡Señor, que vea! 
  • Señor, ¿qué quieres que haga? 
  • Santa María, Madre del amor hermoso, ayuda a tus hijos. 
  • ¡Señor mío y Dios mío! 
  • No se haga mi voluntad, sino la tuya. 
  • Corazón sacratísimo de Jesús, danos la paz. 
  • Corazón dulcísimo de María, prepárame un camino seguro. 
  • Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. Amén 
  • Señor, Dios mío: en tus manos abandono lo pasado y lo presente y lo futuro, lo pequeño y lo grande, lo poco y lo mucho, lo temporal y lo eterno. 
  • Dios mío, te amo… pero ¡enséñame a amar! 
  • Señor, tómame como soy, pero haz que sea como Tú quieres que sea. 
  • Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor (Santo Tomás Moro, antes de su martirio). 
  • Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.